El Combo de Senén Suárez

              


A los cuatro o cinco meses no había baile, no había nada, cada cual tomó su rumbo, y ante esta situación Senén decidió formar un cuarteto con Edelia Ferrer, Paquito Echevarría, Franka, el flaco Nelson y él con la guitarra eléctrica. Se fueron para Sans Souci a tocar en el bar.  


Los trabajos no eran muy estables, duraban a lo sumo de uno a dos meses. Después pasaron al Hotel Deauville y Hotel St. Johns, entre otros. Estando en el St. Johns, triunfa la Revolución y comienzan en el Club La Red con Laíto de cantante.


Estando en La Red entró Portillo Scull, año 1959 a 1960. Entre Portillo y Laíto  se tocaba la tumbadora, pues no había plaza, eran sólo cuatro. Portillo cantaba boleros; tenía una voz fresca, muy grave y la dominaba muy bien.

En La Red estuvieron trabajando un tiempo y después pasaron al Salón Rojo del Hotel Capri. Estando ahí se ausentaron para grabar un longplay con Portillo. Se aumenta el combo con Varona, Armandito Armenteros, el Indio, un saxofonista que no recuerda su nombre, el flaco Felipe en la batería y Mendoza en el piano. Las grabaciones quedaron excelentes. Una vez que terminaron de grabar, retornaron al Hotel Capri, pero sólo les aceptaban cuatro músicos, por lo que volvieron a ese formato.


El Salón Rojo era muy grande y el combo se veía pequeño, por lo que Senén se acerca a la dirección para ampliar la plantilla. Lo primero fue un tumbador para liberar a Portillo, y un pailero, que además tocaba la batería, y con esto cuenta Senén. Ya el combo estaba redondeado.


Hubo un hecho que marcó toda su vida artística y la de Portillo en el Salón Rojo: la cantidad de público que asistía a cada presentación para escuchar a Portillo cantar y a Senén hacer sus solos de guitarra. Portillo gustaba mucho, pero  como no podía seguir cantando tres tandas de cuarenta y cinco minutos, Senén decide hacer solos de guitarra que posteriormente dieron lugar al surgimiento de los instrumentales en el grupo, como Un mundo para amar, La muchacha de la valija, Ser, entre otros.


Recuerda que diez o quince minutos antes de entrar al Salón, el público aplaudía  según iban entrando; parecía un teatro.


En cierta ocasión le comentó a Portillo que estaba preocupado, pues el público  cuando ellos estaban tocando no bailaba. En esos momentos alternaban con Pedro Justiz, César Sánchez, Carlos Farsa, Tico Álvarez, que llenaban la pista. Senén le propone a Portillo que cuando él estuviera con un instrumental preguntara a los asistentes por qué no se bailaba, para cambiar el repertorio, y la respuesta fue que cuando tocaba el combo simplemente estaban deleitándose con la música que escuchaban. Esto duró aproximadamente hasta  1966.


Laíto entra al grupo y le comenta a Senén que los bailables en la calle se estaban pagando bien y decidieron dejar el cabaret. Portillo tuvo un accidente en un brazo y no quiso seguir porque había que viajar por todo el país. Entró por él Reinaldo Vázquez.


En 1967 le hablan a Senén para participar en la EXPO 67 y realizar en barco el viaje Habana–Montreal, y así lo hicieron. Se prepararon y a mediados de año partieron hacia Montreal.  En Montreal tocaron poco, debido al mal tiempo. Se incorporaron tarde, además les dijeron que debían pagar la entrada porque tenían pasaporte de turismo.


Ya en la Expo les orientaron que sacaran los instrumentos para un portal que había en la Feria y comenzaran a tocar ahí. Hubo muchos periodistas interesados en hacer preguntas a aquel grupo cubano que interpretaba La Guantanamera, cantada por Laíto con toda su alma.


Cuando terminaron llegaron dos policías y les dijeron que no podían seguir tocando. Recuerda que les decían no hablamos inglés, no entendemos, y ellos seguían tocando, porque había muchas personas disfrutando la presentación.


Finalmente guardaron sus instrumentos, les pagaron y se fueron para el local donde estaban alquilados. Se acostaron con las maletas listas para el regreso. A las dos de la madrugada llamaron a Senén para comunicarle que no se podían ir porque habían tenido mucha aceptación. A los músicos la idea no les fue nada agradable, pero aceptaron y estuvieron tres meses, hasta que llegó el relevo: Ramón Veloz y su grupo.

Llegaron a Cuba con algo que no conocían, la fama, esa que según Senén es como una mata de rosas: finas, lindas y con espinas, algo fugaz, que llega y que posiblemente no se alcance nunca, pero que cuando se alcanza no se tiene  toda la vida, sólo por un tiempo. Como dice un dicho popular: «un rato para cada amor».  Se es un tiempo famoso y después te quedas como una persona o grupo recordado, a veces menos conocido, y hasta olvidado, esa es la fama. 


En 1969 el combo se desintegró, cada quien escogió diferente destino.  Senén volvió a formar otra agrupación con distintos músicos. Muchas de sus obras fueron grabadas en Cuba y fuera de ella: Venezuela, Colombia, Nueva York, México.  


Entre las agrupaciones y cantantes que lo han grabado están La Sonora Matancera, Celia Cruz, Nelson Pinedo, Carlos Argentino, Celio González y Bienvenido Granda.


Hay dos obras preferidas para el maestro: Eres sensacional, dedicada a su esposa, y Una equivocación, que escribió en los años 40. Pudo haber dedicado su vida a ser compositor porque tenía vocación para seguir esa línea. Nunca lo fue por encargo, todas sus composiciones tienen un motivo.


Fue el primero en grabar  Adelí, Adelá de René H. Marrero, interpretó con Portillo Scull Canta  lo sentimental y contribuyó a popularizar con los Guaracheros de Oriente Alborada, número de Celia Romero, cantado por el inmenso Orlando Vallejo. 


Del resto de su música hay muchas conocidas y populares, como La esquina del movimiento, interpretada por Nelson Pinedo; Vayan vayende, Sandunguéate, Reina rumba, La sopa en botella, por Celia Cruz, y Soy campesino,  por  Benny Moré.


Esta última obra primero la llevó Senén  a Roberto Faz, y la montó, pero al parecer no gustó mucho; más tarde se la entrega a Beny Moré, a quien un día se la cantó con su guitarra. En esa ocasión le preguntó al Benny por qué había cantado Lajas tan alto, y su respuesta fue que de esa forma siempre lo iban a recordar.


Varios días después, pasando por el Mercado Único,  oye en una vitrola el final del número Soy campesino cantado por el Benny. Se acercó y volvió a echar una moneda  y, en efecto, era la pieza Soy campesino.  Se quedó admirado,  pues sólo se la cantó una vez. Así comenzó la amistad con este gran cantante que el pueblo llamó «El Bárbaro del Ritmo».


La canción El león también fue un número muy popular, de gran aceptación.


Senén tuvo la dicha de conocer a grandes figuras: Arsenio, Celia Cruz, Nelo Sosa, Laíto, Cheo Marqueti, Joseíto Fernández,  Carlos Embale,  Cheo Junco, Tito Gómez, Roberto Faz, cantante muy popular este último, el cual dio curso e impulsó el feeling en la música popular bailable. Ejemplo: Quiéreme y verás, de José A. Méndez.


En 1970 graba con el nuevo grupo y en 1978 viaja a Angola, la antigua URSS, Nicaragua, Granada y Guinea. Casi siempre los viajes se hicieron en espera de un nuevo año, con la presencia del personal cubano que estaba laborando en estos países.



El período entre 1980 y 1982 fue difícil para la agrupación; ya contaban con dos trombones, que no eran ni pequeños ni grandes, pero con una calidad indiscutible. Trabajaban para el turismo en las Playas del Este de Cuba.


Después salieron a dar actividades en la calle, en lugares que nadie conocía ni siquiera por sus nombres, porque ya las mejores plazas las tenían las agrupaciones que estaban en el hit,  y  Senén y su grupo andaban de aquí para allá dando tumbos.


Recuerda las polémicas en los tiempos que tenía el combo y hacía los solos de guitarra. Las discusiones eran al rojo vivo, muchas veces entre estudiantes y profesores de música que decían que él no era académico, que no tenía estilo, que no había estudiado la guitarra correctamente, y estaban en lo cierto. Pero la  verdad más grande y la más importante era que al pueblo y la gente que lo escuchaba, le gustaba lo que él interpretaba y en la forma que lo hacía, sobre todo sus instrumentales.


Grabó discos en el ICRT con sonido mono, sistema antiguo de grabación, picando el disco. No tuvo la suerte de tener buena reproducción de lo que se hacía, ni tenía una guitarra del otro mundo.


En 1985-1986 la Aragón le pide al flautista de su agrupación, René Lorente,  porque conocía todo el repertorio de esta orquesta; no tuvo objeción, y entonces agregó al combo dos trombones. Pero como ya se sentía los años, se retira en 1988 y empieza a buscar en qué invertir su tiempo        


Laíto se jubila también después de treinta y cinco años de labor junto a él, pero pasado el tiempo le habla para continuar trabajando, pues tenía un negocio en Colombia, pero Senén no estuvo interesado. Después estuvieron distanciados por largo tiempo.


Cierto día le mandó a pedir unos números para grabar.  Senén le hizo los arreglos y se los entregó, lo que provocó que reanudaran la prolongada relación de amistad.



 
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Transcripción y edición de Eliana Dávila

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